Sobresalió de nuevo su técnica, su poder y su valor. Y volvió a desorejar gracias a una gran estocada, lo que alegra aún más.
Domingo López-Chaves ha vuelto a triunfar. Esta vez no lejos de casa, en su tierra, en donde le tienen muchísimo cariño y donde él siempre deja lo mejor de si... para que irse lejos a demostrar lo que uno vale, lástima que este año no lo vaya a demostrar en La Glorieta (por ahora).
Volviendo a Guijuelo, a la tarde más taurina del año, Domingo alternaba con otros dos charros, Salvador Ruano, que se había ganado su presencia con motivos más que suficientes tras la accidentada encerrona del otro alternante, Eduardo Gallo, que meses atrás quiso, pero no pudo demostrar sus valores, y no sólo los taurinos, pero que ayer si que se resarció con el público chacinero.
La nota negativa la puso el encierro de Montalvo que aunque en general tuvieron bastante buena presencia les faltó motor, lo que impidió mayores éxitos.
El Ledesmino desorejó a su primer oponente. Lo recibió con dos largas cambiadas para llevarlo más tarde por chicuelinas al paso hasta el caballo. Con la muleta estuvo muy torero, como toda la tarde. Inició la faena en los medios, de rodillas, e hizo disfrutar al respetable con varias series muy buenas y de temple, tanto con la derecha como al natural. Cerró su actuación con un fulminante estoconazo...
Con el cuarto no pudo rematar la impecable impresión de su primero, no por falta de voluntad, sino por que el de Montalvo no pudo mantenerse en pie lo suficiente. Se vio, una tarde más, a un Domingo asentado, maduro, sereno y muy "torero".
Salvador Ruano paso desapercibido, lástima para alguien que tiene pocas ocasiones para demostrar su valía.
Y por su parte Gallo, que acompañó a Chaves a hombros, tuvo que esperar al sexto de la tarde. Un toro que no presagiaba nada bueno, pero que Eduardo lo supo meter en vereda, llevar como pedía, y al final, con su voluntad y saber, le bailó como quiso. Remató con una buena estocada y consiguió lo que merecía.